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Dancer Tilting - Edgar Degas (pinterest.ie) |
Cuando tenía 6 años, mi mamá me metió a clases de
ballet…las clases eran en una vieja casita de un piso que estaba a una cuadra
de mi casa…no tengo muchos recuerdos de esa época…sólo niñas en tutús y
mallitas, con el cabello recogido en moños, todas igualitas…y una viejita en un
rincón…tocando un viejo piano desafinado…marcando el compás de nuestros
precoces movimientos…
Era lo que mi mamá quería…pero a mí no me gustaba…es
más, lo odiaba…lo sentía como algo obligado…y yo no quería esa obligación…no sé
si habré sido yo que expresé de alguna manera mi descontento, o tal vez mi mamá
que de alguna manera lo supo leer en mí…pero me salí con la mía y mi mamá dejó
de llevarme a las clases…
No volví a tener un acercamiento con el ballet hasta
que cumplí los doce años…una noche encontré una película en la televisión, con
Anne Bancroft y Shirley MacLaine…se llamaba THE TURNING POINT (Momento de
Decisión)…era sobre el mundo del Ballet…junto a las divas actuaba un joven
Mijail Baryshnikov…me encantó lo que ví…quedé absolutamente maravillada por las
escenas de baile…fue amor a primera vista…esas hermosas imágenes quedaron
impregnadas en mi mente y en mi corazón…no podía borrar de mi cabeza la belleza
de aquellos bailarines y sus etéreos y gráciles movimientos…allí empezó
todo…con el paso de los días me dí cuenta de que yo quería ser igual a esos
bailarines…y entonces me animé a pedirle a mi mamá que por favor me pusiera de
nuevo en clases de ballet…y así fue…
Regresé a la antigua escuela de ballet…pero ya no
quedaba a una cuadra de mi casa en San Isidro, sino que se habían mudado a una
casa de dos pisos, al costado del cementerio municipal de Surquillo…hasta allí
iba dos veces a la semana…a tomar mis clases en la que ahora era la prestigiosa
Academia de Ballet Peruano-Británica, dirigida por Rossina Muller y sus hijas, Denisse
y Silvia…
Estuve tres años allí…tres años en los que trabajé
durísímo y me esforcé muchísimo…yo quería ser una prima ballerina…bailar en el
Ballet Nacional…ser la protagonista del Lago de los Cisnes…bailar el pas de
deux en Don Quijote…y me avoqué a eso en cuerpo y alma durante esos años…
Las clases eran rigurosas…sobretodo las clases de Denisse
Muller…nuestros cuerpos eran exigidos al máximo…sin piedad…sin
compasión…Denisse marcaba con su estricta voz y sus palmas nuestros
movimientos…recuerdo el cuarto oliendo a sudor…una y otra vez iba hacia el
rincón a pasar mis zapatillas por la cajita con harina para no resbalar en el
piso…Denisse implacable pidiéndonos un paso y luego otro con gritos enérgicos…la
viejita del pasado tocando el mismo piano desafinado como música de fondo…y
así, pirueta tras pirueta, se pasaba el tiempo en aquél amplio salón…
Los años pasaron…en aquél mundo alterno…en aquella
dimensión suspendida en tiempo y espacio…yo era absolutamente feliz allí…entre
pliés, pas de chats, jetés, grand battements, pirouettes, arabesques…alternando
entre clases de ballet, acrobacia y tap (zapateo americano)…Fui pasando
exámenes tras exámenes…fui avanzando de nivel, poco a poco…la mira siempre en
llegar a ser una gran bailarina de ballet…
Pero me costaba muchísimo…los años que pasaron desde
mis 6 hasta mis 12 sin trabajar la elasticidad habían dejado factura…mi cuerpo
tenía limitaciones…no era lo suficientemente flexible…me costaba hacer muchas
de las piruetas y figuras que el ballet exigía…me faltaba elasticidad…y por
eso, me esforzaba el doble, mucho más que las demás chicas…me exigía mucho más
a mí misma…recuerdo haberme despertado muchas noches con espasmos musculares en
las piernas…calambres dolorosos…tenía que tomar un relajante muscular para
poder dormir…pero no importaba…estaba determinada a avanzar como fuera…sólo que
llegó un punto en que me estanqué…sentía que estaba llegando a un tope…por más que
me esforzaba había cosas que mi cuerpo sencillamente no podía hacer…me empecé a
sentir frustrada…le conté el motivo de mi frustración a mi mamá…y no sé si para
bien o para mal…pero un día mientras regresábamos a casa después de una de mis
clases mi mamá me dijo como si nada: “Le conté a Denisse que querías ser una
prima ballerina…le pregunté qué posibilidades había de que cumplieras tus metas…me
dijo que para ella, tenías mucho estilo y podías llegar a ser una gran
profesora, pero que no creía que pudieras llegar a ser una prima ballerina”…
Eso fue todo…mi mundo se acabó en ese instante…sentí
que todo se derrumbaba a mi alrededor…no mostré reacción alguna en aquél
momento, pero a la hora de dormir, a oscuras en mi habitación, lloré
desconsolada toda la noche…esas palabras me dolieron como un látigo y me
marcaron como un hierro candente sobre la piel…
Después de pasar toda la noche sin dormir, llegué a
una decisión…si no podía ser una prima ballerina, prefería no ser nada…no volví
nunca más a la academia de ballet…y saqué la danza de mi mente, de mi
corazón…la puse junto a mis zapatillas de ballet, en un viejo rincón de mi
habitación, donde fueron cubriéndose de polvo y olvido…
Han pasado muchos años…y creo que me equivoqué totalmente…no
se abandona un amor ni una pasión cuando el sentimiento es verdadero…no se
abandona la danza porque no pudiste llegar a destacar…no debí nunca dejar las
clases…
El caso es que el verdadero amor nunca muere…y mi
pasión por el ballet jamás murió…sigue allí…sigue dentro de mí…escondida,
latiendo con fuerza…a pesar de los años…a pesar de haberme alejado tanto…a
pesar de no haber podido cumplir mis sueños de ser una bailarina…
Mi amor logró sobrevivir…hace poco empecé a practicar
yoga…y me dí cuenta de que muchos pasos del yoga son los mismos que
practicábamos en nuestras clases de ballet y acrobacia…sencillamente me sentí
de nuevo en casa…cada mañana que le dedico al yoga es un regreso al pasado…a
aquellos años de felicidad…
A veces sueño que regreso a la antigua academia de
Surquillo…y me pongo de nuevo mis viejas zapatillas de ballet…ansiosa y feliz…es
un sueño que se repite cada cierto tiempo…anoche volví a soñar lo mismo…estaba
vestida con mis mallas y mi pelo recogido…detrás de las puertas se escuchaban
los gritos de la profesora y el sonido de las zapatillas en el piso al hacer
pasos de baile…yo buscaba la puerta de mi salón…pero no la encontraba…así me
desperté…con angustia y desazón, expectante…el corazón atravesado por aquellas
imágenes y por aquella vieja y todavía latente pasión…las palabras viniendo a
mi mente como cascada de agua…supe que tenía que escribir sobre esto en mi blog
inmediatamente…contarles la historia de mi pasión truncada…pero jamás olvidada…
Tengo que confesarles algo…a veces, cuando todos han
salido y estoy sola en casa, pongo una música de piano en el youtube…y empiezo
a bailar…mi cuerpo vivo y latiendo, al compas de la música…mi alma
transportándose a algún maravilloso lugar atemporal…donde hay felicidad, paz y
armonía…y por unos minutos soy Margot Fonteyn, Maya Plisetskaya, Alicia Alonso,
Isadora Duncan…por unos minutos estoy en el Olimpo y soy una diosa de la
danza…y mi corazón vuelve a latir con fuerza, poseído y absolutamente feliz…mi
amor está intacto…el ballet siempre vivirá en mí…