sábado, 6 de noviembre de 2010

CUANDO LA TRISTEZA TIENE NOMBRE


Siempre he convivido con la tristeza…Recuerdo claramente mi primera gran crisis…fue en el verano del año en que cumplí los dieciséis…sin ninguna explicación lógica, de pronto sentí que no tenía ganas de nada…me la pasaba todo el día durmiendo…me bañaba a las 6 de la tarde…o me tiraba a leer todo el día…dejé de salir con amigos…

Junto con ese afán de soledad me entró una angustia terrible con el tema de la muerte…me la pasaba todo el día llorando de sólo imaginarme la idea de la muerte, de no ser más nada…recuerdo que una vez le conté a mi mamá sobre mis miedos…Ella se sonrió y me dijo: “estás tan chica…tienes tanta vida por delante…por qué te preocupas por esas cosas?”...con el tiempo, la tristeza se fue…pero sólo por un tiempo…

Entré a la universidad…allí todo fue bien hasta que entré a la Facultad de Comunicaciones…yo había hecho amigos en Cachimbos…pero al comenzar los estudios de facultad me vi de pronto sin amigos, empezando de nuevo…y estos cambios me afectaron mucho. No me fue fácil adaptarme…recuerdo que muchas veces pasaba el tiempo escondida en la capilla cercana a la facultad…no porque fuera una católica devota, sino porque no podía hablar con nadie, y allí podía estar tranquila y sola…con el tiempo llegué a desarrollar algunos signos de ansiedad extrema…me sudaba todo el cuerpo cuando estaba con gente, sentía cómo si estuviera parada bajo el sol de algún desierto…me tenía que esconder en el baño para controlar mis nervios…pues me ponía a llorar sin poder evitarlo…

Por esos años descubrí unas pastillas que mi mamá guardaba en el cajón de su mesa de noche…yo me había dado cuenta de que ella las tomaba de vez en cuando cuando andaba nerviosa, así que decidí probarlas también…descubrí entonces las bondades del Diazepan…o Valium…mi mamá ni se daba cuenta de que de vez en cuando me robaba algunas pastillas; junto con las pastillas empezó el consumo de alcohol…no lo hacía en casa…pero cada vez que salía los sábados tomaba bastante…había encontrado en las pastillas y el trago el remedio a mi tristeza, a mi timidez, a mi soledad…El efecto del valium era al principio alucinante…me sentía ligera, tranquila, feliz…con respecto al alcohol, me dí cuenta de que cuando tomaba se me olvidaba la timidez y me sentía más segura…hasta el punto de volverme casi otra persona…una especie de alter ego desenfrenado…este efecto hasta ahora lo siento cada vez que tomo un trago…

No sé exactamente en qué momento descubrí el Xanax o Alprazolam… pero estoy segura que fue en el cajón de mi mamá también…para cuando nació mi primera hija, Nicole, ya los usaba alternadamente…

Cuando murió mi papá tuve mi segunda gran crisis…lloraba sin poder dormir por las noches…mi cuarto andaba hecho un asco, y mandé poner unas cortinas que no dejaban pasar la luz del sol, para que mi cuarto estuviese siempre a oscuras…recuerdo que dejaba por horas a Nicole, que en ese entonces estaba chiquitita, con la empleada de mi suegra (pues vivíamos en su casa), le recalcaba a ella que si me llamaba cualquier persona le dijera que no estaba, y me tiraba a dormir, con las cortinas cerradas y el cuarto completamente a oscuras. En una pelea, mi entonces suegra me dijo que yo era una cochina,que no limpiaba ni arreglaba mi cuarto y no sé cuántas cosas más…no era eso…no era que yo fuese floja o cochina…era de nuevo la tristeza, pero esta vez era realmente una tristeza enorme…

Con el tiempo me divorcié…regresé a vivir a casa de mi mamá junto con Nicole…entonces ella tenía 4 años…me puse a trabajar como loca, y los fines de semana me iba de juerga…el resultado fue que perdí a mi hija…mi mamá poco a poco asumió el rol de madre…y con frecuencia teníamos peleas terribles por Nicole…cada vez que podía mi madre me hacía recordar lo mala madre que yo era…el dolor era muy grande, pero yo encontré la forma de no sentir: la noche, los hombres, el trago, los cigarros… fue mi forma de sobrevivir…

En una de esas juergas conocí a un fotógrafo de sociales adicto a la cocaína…él era adicto a esa sustancia…yo me volví adicta a él…fue una gran pasión que acabó muy mal…cuando terminamos yo quedé destrozada…me costó dos años recuperarme…durante esos dos años conocí a mi actual pareja, Eduardo…él fue mi compañero durante ese período tan oscuro…nos fuimos a vivir a Barranco, a una casona antigua…Eduardo trataba de ayudarme, pero yo solo quería estar sola…dejé mi trabajo…y me pasaba los días durmiendo sola en aquella casa silenciosa y oscura, mientras Eduardo se iba a trabajar…

Con el tiempo nuestra relación empeoró...y mi tristeza también…llegué a sentirme tan mal que no quería salir de la cama…había días en que ni siquiera me bañaba…no tenía hambre así que no comía…lloraba todo el día tirada en la cama…para ese entonces, Eduardo y yo estábamos separados…él en Barranco, yo de nuevo en casa de mi madre…Todos los días él iba a visitarme y me encontraba en la cama…y entonces tenía que arrástrame literalmente fuera de la cama, cargarme y llevarme a la ducha…

La situación llegó a un punto en que decidí buscar terapia…como no tenía plata, mi madre se ofreció a pagar el doctor y las medicinas, así que terminé acudiendo al consultorio de un psiquiatra…fue allí que finalmente alguien le puso nombre a mi tristeza: DEPRESION… en ese consultorio me di cuenta que mis períodos de tristeza eran en realidad crisis depresivas, y que las había tenido casi toda una vida…El psiquiatra me recetó Fluoxetina; al principio la sustancia funcionó de maravilla…pero después las cosas se complicaron…dejé de comer…no tenía apetito, y me podía pasar todo el día a punta de un café, unas tostaditas y algunos cigarros…terminé bajando de peso…yo no lo sabía entonces, pero la Fluoxetina tiene efectos anorexígenos…llegué a combinar en ocasiones la Fluoxetina con el trago…dando como resultado unas tremendas resacas y una depresión aún más aguda…además, empecé a sentir fuertes dolores de cabeza y palpitaciones…cuando le conté al psiquiatra acerca de estos malestares, me recetó entonces Xanax, para equilibrar los efectos de la Fluoxetina…de a pocos, las medicinas fueron aumentando, en poco tiempo, ya estaba tomando Clonazepan (Rivotril), Fluoxetina, Xanax y Zyprexa (Olanzapina)…éste último medicamento era un antipsicótico que se recetaba entre otras cosas para casos de esquizofrenia, manías agudas y depresiones asociadas al trastorno bipolar…sin darme cuenta, pasé de ser una mujer deprimida, a un zombie, que no salía de la cama…tremendo cocktail de pastillas me aletargaba, y dejaba mi mente en un estado desastroso…en este punto del tratamiento, no sólo veía al psiquiatra una vez al mes, sino que también veía a una psicóloga dos veces por semana…y no mejoraba…me sentía en un horrible círculo vicioso…entre la cama, las pastillas, los doctores, y además la humillación de tener que aceptar la plata de mi madre para seguir el tratamiento, que era costosísimo…y no veía la salida…

Hasta que un día me cansé…me dí cuenta que mi vida ya no estaba en mis manos, sino en las manos de los doctores, las pastillas, y el dinero de mi madre…y que eso me deprimía aún más…podía seguir así muchos años…siendo esclava de todo aquello…o podía tomar de nuevo mi vida en mis manos…y ser libre…Me levanté de la cama, y saqué todas las pastillas que tenía guardadas…delante de mi tenía mucho dinero en medicinas…llevé todas las pastillas al baño, levanté la tapa del wáter, y arrojé allí todo…jalé la cadena, y mientras veía como todas las pastillas se iban por el desague, sonreí por primera vez en mucho tiempo…había comenzado a recuperarme a mi misma…

Poco tiempo después recibí una llamada del psiquiatra…cómo el tratamiento con Zyprexa resultaba muy caro, se le había ocurrido que yo de repente estaría interesada en ser parte de un grupo de personas a las que se les daba el medicamento gratis a cambio de ser estudiados por los doctores…me sentí tan indignada de que se me quisiera tomar como un conejillo de indias…creo que fue en ese momento en que decidí cortar también con los doctores…ningún doctor podía saber mejor que yo cómo manejar mi depresión…así que fui primero con el psiquiatra y luego con la psicóloga y di por terminada las terapias…les dije que yo iba a salir de mi depresión sola…que iba a conseguir un trabajo…la psicóloga no daba crédito a lo que oía…no podía entender que yo, una simple paciente, diera por terminada la terapia…pensaba que me estaba equivocando…le dije que yo le iba a demostrar que no me equivocaba…

Pasaron unas semanas y conseguí un trabajo…lo primero que hice fue ir al consultorio de la psicóloga y decirle: “viste?...te equivocabas conmigo…yo voy a salir adelante…”; y esa fue la última vez que vi a aquella psicóloga…cerré la puerta de la consulta, Sali caminando hacia la calle sintiéndome libre y feliz…y nunca más volví a visitar algún otro psicólogo o psiquiatra…

Descubrí que la única que podía sacarme de mis depresiones era yo…y que ninguna pastilla mágica o ningún sillón de psicoanalista iban a hacerlo por mí…supongo que a algunas personas les funcionarán bien estos recursos…pero a mí no…

No puedo decir que mis depresiones hayan desaparecido…soy una persona que tiende a caer en depresión…tengo que aprender a vivir con ello…pero prefiero hacerlo a mi manera, sin atajos, sin meterme químicos al cuerpo…Yo me doy cuenta cuando viene una depresión…sencillamente me entrego un poco a ella, pero sin dejar que me maneje…sin tocar fondo…soy como un jinete que se trepa sobre un caballo bravo, y decide domarlo a como dé lugar…mis depresiones me las aguanto como los machos…si tengo que llorar, lloro…pero ya sé que pasados unos días me voy a levantar, me voy a sacudir el polvo de las rodillas y voy a seguir andando…ya sé que al final de aquél pasaje oscuro voy a encontrar la puerta de salida, y que al abrirla va a entrar la luz de nuevo a mi vida…porque yo soy así…una persona que tiene un fuerte instinto de supervivencia, y que jamás va a preferir la autodestrucción…

Han pasado muchos años desde aquél verano del año en que cumplí los dieciséis…el tiempo y todo lo que he vivido me han hecho una persona más fuerte…no sólo descubrí que mi tristeza tenía nombre…sino que la felicidad sólo depende de mi, y que el mejor terapeuta soy YO.

sábado, 26 de junio de 2010

TANTAS VECES CAETANO


Ayer llevé a Almu al pediatra, y de paso también cargué con Cai para que me los chequearan de una vez a los dos. Generalmente cuando voy con ambos trato de hacer las cosas lo más rápido posible…tomo un taxi para llegar a la clínica, casi inmediatamente me atiende el doctor, y con las mismas tomo el taxi de regreso a casa…trato de minimizar al máximo el tiempo de espera antes de la consulta porque me es muy difícil controlar a Caetano. Almudena no es problema…ella se pone a jugar en la casita o en el tobogán que están en la salita de espera…pero Cai se vuelve incontrolable…apenas pisa la salita de espera, ya quiere salir corriendo hacia la puerta de la clínica…y esa acción de correr hacia la puerta Cai la puede repetir una y mil veces, de forma incansable…desde siempre Cai ha tenido fijación por salir a la calle…en casa muere por que le abramos la puerta del departamento…y hasta hace poco se tiraba al piso a hacer una dantesca pataleta si es que no le abríamos la puerta…pero lo que pasó ayer en la clínica excedió realmente mi paciencia y mis fuerzas…

Eduardo había quedado en darnos el alcance en la clínica, pues yo le había dicho que ir sola con los dos niños era agotador…la cita era a las 5:00 pm y se supone que Eduardo llegaría a la clínica a las 5:15 pm, pero se demoró, y cuando salimos de la consulta tuvimos que esperarlo por un largo rato, casi una hora…durante todo ese tiempo, apenas lo ponía en el piso, Cai echaba a correr hacia la entrada del edificio…el problema era que Almudena quería quedarse en los juegos de la salita de espera, entonces cada vez que Cai salía corriendo yo tenía que dejarla allí no sin antes advertirle que no se moviera de donde estaba, alcanzar a Cai y cargarlo para regresar donde Almudena…no había forma de distraer a Caetano con otra cosa…lo único que hacía era buscar la puerta una, otra y otra vez…además de tirarse al piso de vez en cuando a mirar el techo…después de un rato ya estaba yo exhausta…traté de comunicarme con Eduardo a su celular, pero nadie contestaba…empecé a notar que las personas que estaban en la salita me miraban…unas con curiosidad, otras sonriendo al ver cómo salía corriendo como loca detrás de Cai, y otras seguramente compadeciéndome al verme tan desencajada…una señora que estaba con su hijo esperando a que la atendieran sólo atino a decirme: “¡Qué movido que es su hijito!”…yo sólo atiné a contestar con una estóica sonrisa…¿qué le podía decir?...”Es que mi hijo tiene Trastorno de Espectro Autista, y uno de sus intereses obsesivos es irse a la calle; además no lo puedo controlar porque hasta ahora no logro que me obedezca”…me ahorré el rollo, que seguramente nadie en esa sala podía entender…y seguí en lo mío…correr detrás de Caetano…

En una de esas idas y venidas, Almudena, que estaba jugando en el tobogán se cayó de las escaleras, y se golpeó el brazo…entonces la cosa se complicó, porque no sólo era Caetano que estaba hecho un loco, sino Almudena quejándose una y otra vez de que le dolía el brazo con cara de tristeza infinita…en una de esas correteaderas detrás de Caetano, cuando logré atajar a Cai a pocos centímetros de la puerta de entrada, y mientras trataba de levantarlo, pues Cai se había tirado al suelo y no se quería mover, llegó Eduardo y entró a la Clínica…cuando entró casi se me salen las lágrimas…lo único que le pude decir fue “Recoge a Almu de la sala de espera…llévate a Cai…necesito estar sola un momento”…allí estaba yo parada frente a la máquina de café, temblando y casi al borde de soltar el llanto …y seguramente haciendo un rotundo papelón…es que Cai realmente me había puesto los nervios de punta…

No se pueden imaginar lo difícil que es controlar a Caetano cuando se pone hiperactivo…es agotador…cuando llegamos por fin a casa, traté de aislarme un momento para tranquilizarme, pues el episodio de la clínica me había dejado exhausta y muy nerviosa…me puse a pensar en lo sucedido y tuve que reconocer que Cai me había dado mi primera gran lección…la próxima vez que no pueda controlar a Caetano, en vez de tratar de que se quede quieto en un sitio, lo que tengo que hacer es sacarlo a pasear a la calle, sobretodo en una situación como la de ayer…cierto que hacía frío en la calle, pues eran casi las 6 pm…pero hubiera podido entrar al Wong que hay por allí y hacerlo pasear un rato…y que después Eduardo me ubicara como pudiera…en fin…de lo que se trata es de encontrar una solución práctica que evite que Caetano se altere de esa manera y así evitar este tipo de situaciones que resultan física y emocionalmente agotadoras para mí que soy su madre…y es que a pesar del buen carácter de Cai, controlarlo a veces puede ser una tarea realmente dura…

sábado, 19 de junio de 2010

DE NOCTAMBULOS E INSOMNES


Tengo que admitirlo…soy una noctámbula e insomne empedernida…hace unos días escuché en la TV que alguien decía: “aproveche la mañana, pues es el mejor momento del día”…no pude evitar una socarrona sonrisa…ahí estaba yo, a las 6 y media de la madrugada, medio dormida, dándole el biberón y cambiando los pañales a mi bebé de 5 meses…y maldiciendo esa costumbre que tiene de levantarse cuando los gallos cantan…y es que no hay nada más horroroso que levantarse temprano, escuchar a los pajaritos, oir ese odioso “kikiriki” que te anuncia que estás jodida, que el día empieza…Entonces te das cuenta que la cagaste quedándote despierta hasta las 3 de la mañana…y te acuerdas de los consejos de tu madre…”Acuéstate temprano, hijita…”

Pero seguir tan sabio y maternal consejo es casi imposible para mí…y es que desde que tengo memoria, siempre me ha gustado la noche más que el día…la noche y sus secretos…

Ya de muy chiquita, esperaba ansiosa los sábados en la noche cuando mis papás salían…mientras mi mellizo dormía profundamente, yo ya estaba frente al televisor, esperando las películas de terror que daban a la medianoche…

Mi mamá siempre fue estricta con la hora de irse a dormir…recuerdo que ya en el colegio nos metíamos a dormir a eso de las 10 u 11…pero mi alma lechucera siempre encontraba maneras de evadir tremendo castigo…a veces me ponía a leer con una linterna bajo las mantas…otras veces, escuchaba desde el cuarto de mis papás esa película que no me habían dejado terminar de ver, y me imaginaba las escenas…

Y cómo olvidar las noches en vela de la Universidad…toda la madrugada frente a la máquina Remington de mi abuelo, escribiendo alguna monografía que como siempre había dejado para el último momento…o estudiando para algún examen...con la fiel compañera de todo insomne que se respete…la tacita de Nescafé…

Muchas veces he deseado, y no creo ser la única, que la noche dure más…que no se acabe tan rápido…y es que para mí el mejor momento del día es cuando las luces se apagan, y mis bebés están dormidos…en ese momento me reconcilio conmigo misma y con el mundo…ese es MI MOMENTO…mi tiempo de pensar en mi misma…No hay nada más mágico que el silencio de la noche…poder sentir todos los ruidos que hay alrededor…la respiración de tus hijos, el tic-tac del reloj…Entonces me siento llena de energía, las ideas fluyen, quiero hacer cosas…un jodido frenesí que me puede llevar a hacer lo que nadie en su sano juicio haría a altas horas de la madrugada…Recuerdo en mi último embarazo haber pasado muchas madrugadas reorganizando un librero, poniendo al día mi agenda…hasta cocinando frijoles…una vez mi mamá casi me mata por ponerme a hacer ejercicios en el piso de arriba (mientras ella dormía en el piso de abajo)…

Sí pues…creo firmemente que los noctámbulos somos almas incomprendidas…seres gatunos que hemos cambiado el reloj biológico...y es que… cómo explicar a alguien que se acuesta temprano lo bonito que puede ser ver un amanecer, o caminar sin rumbo fijo por las calles de Miraflores a las 2 de la mañana bajo la lluvia de invierno…

Muchas veces ya de mañana y con toda la mala noche encima, reniego de mi misma y de mi naturaleza…me digo una y mil veces que voy a cambiar…que voy a dormir más…pero a quién engaño…no puedo…y mientras termino de escribir estas líneas, siendo ya la medianoche…sólo me queda agregar: “Bienvenida seas NOCHE…”


(Escrito el 9 de octubre, 2008)

viernes, 28 de mayo de 2010

CAETANO


Cuando supe que estaba embarazada de mi tercer hijo, Caetano, sentí miedo y angustia…sería lindo decir que la noticia la recibí de frente con una sonrisa y el corazón lleno de alegría…pero hubieron desde ese momento muchas noches en las que no pude dormir, pensando en tantas cosas…cómo íbamos a hacer pues no alcanzaba la plata para un bebe más…cómo iba a hacer para criar a un hijo varón en un mundo tan machista, y hacer de él un ser humano sensible y cariñoso…sentía que no entendía el mundo de los hombres…tenía miedo de no poder entender a mi hijo pequeño, de no saber cómo hablarle, de que algún día se convirtiera en un hombre machista y abusivo con las mujeres…de que algún día tuviera que enfrentarme a él…y tantas cosas que se me pasaban por la cabeza…en esas noches en vela, cuando era asaltada por estas terribles dudas e imágenes sobre el futuro, tenía que luchar para poder darle a Cai un rinconcito en mi corazón…tenía miedo de no poder llegar a quererlo tanto como a mis hijas mujeres…por lo demás, no sabía cómo hacerlo…


Pero la vida es tan sabia, y nos enseña tantas lecciones…desde el principio, Cai se ganó un lugar en este mundo, y en mi corazón…desde que los doctores lo pusieron en mis brazos apenas nacido, sentí una conexión tan fuerte y extraña con él…bastaron mis palabras para que este pequeñito al que habían recién sacado de mi cuerpo dejara de llorar… Desde los días de la clínica me dí cuenta de que Cai era un bebé muy tranquilo, cargarlo me llenaba de paz el corazón…y en esos momentos empecé a darme cuenta también de que mi cariño por Cai era tan inmenso como mi cariño por mis hijas mujeres…trascendía los géneros…trascendía todo…a un hijo hombre se le quiere tanto como a una hija mujer…se le quiere con el alma…es tan simple como eso…


Sin embargo, la vida no había terminado de enseñarme…fue difícil la adaptación familiar a la llegada de Cai…mi hija Almudena empezó a tener fuertes crisis de celos y su conducta se alteró…tuve que contratar ayuda en casa para poder atender las exigencias tanto de Almudena como las de Cai…para no descuidar a Almu, que recién empezaba el nido y estaba pasando por muchos cambios en su vida, derivé muchos de los cuidados de Cai a una mujer que me ayudaba en casa…ella me ayudaba a darle de comer, a hacerlo dormir, a cambiarle el pañal…y es por esto que no me percaté en un principio de algunas peculiaridades en su conducta…


Es difícil decir cuándo exactamente las empecé a notar con claridad…quizás lo que empezó a llamar mi atención fue la demora en hablar…Cai nunca balbuceó…pero el pediatra me decía que muchos niños demoraban en hablar…así que no me preocupé demasiado…por otro lado, todo andaba bien en el plano motor…empezó a gatear a los 8 meses, y pronto era muy veloz haciéndolo…comenzó a caminar poco antes del año…y desde que aprendió a hacerlo pasó poco tiempo para que empezara a meterse en problemas en casa…muchas veces lo tuvimos que bajar pues se había trepado encima de la mesa del comedor…la misma mesa que una vez casi se le cae encima por colgarse de ella…otras veces había que bajarlo de las sillas pues sus acrobacias encima de ellas podían terminar en caídas seguras…Cai no parecía aprender de esas caídas…no parecía entender lo que era el miedo…


Hasta allí se podría haber dicho que Cai era tan sólo un bebé travieso, como tantos…pero entonces empezamos a notar que sus juegos eran un tanto distintos a los juegos de mis otras hijas…a Cai le fascinaba esconderse en los rincones…con frecuencia encontrábamos que se había metido en el rincón que formaban el librero y el sofá de la sala, y su diversión era sentarse allí por largos ratos, mientras observaba con atención los detalles en sus cuentos…en esa época nos daba mucha gracia verlo “leer” los libros como si los entendiera, tan pequeñito y tan concentrado a la vez…


Después vino el juego de las cortinas…Cai no jugaba conmigo a “¿dónde está Caetano?” de la manera en que tantos niños lo hacen…no se tapaba la cara mientras me miraba, para que luego yo se la destapara y le dijera “ahí está Caetano”…sino que le encantaba meterse detrás de la cortina de la sala…se podía quedar mucho rato ahí, hasta que lo descubrías, y entonces se carcajeaba y volvía a esconderse detrás de la cortina…como es un poco alérgico muchas veces yo subía las cortinas o lo sacaba de allí cortándole su juego…y entonces Cai se ponía a llorar desconsolado…tanto cuando hacíamos eso último como cuando lo bajábamos de una silla o de la mesa, Cai lloraba o se quejaba, pero invariablemente volvía a hacer lo mismo una y otra vez con persistencia…Eduardo y yo empezamos a darnos cuenta de que no entendía las palabras “NO SE HACE”…


Ya un poco más grande empezó a encontrar fascinante las ventanas…se trepaba primero a la silla que estaba junto a la mesa para poder alcanzarlas, y podía quedarse mirando por la ventana todo el día…pero también lo saqué de allí pues vivíamos en el cuarto piso de un edificio y me daba miedo que algo le pasara…pero no importaba cuantas veces lo sacaras de allí…Cai siempre volvía a intentarlo…


Cai nunca le prestó mucho interés a los juguetes propios de bebés de su edad…no recuerdo que haya jugado mucho con esos cubos donde se meten piecitas de formas geométricas…ni con insertar aritos en un tubo, ni con sonajas, peluches, y otros juguetes típicos de bebés…pero desde que aprendió a caminar nos dimos cuenta de que le fascinaba “tocar” objetos…pasaba su mano por todas las puertas, pisos, muebles de la casa…y los tocaba una y otra vez con sus nudillos…también le gustaba pegar su oído al piso, y le encantaba tocar y babear el amplificador…


En muchos momentos, Cai parecía estar en su mundo…muchas noches cuando ya lo habíamos acostado, lo encontrabas a oscuras, sentadito en su cuna, matándose de risa…llegué a pensar que Cai veía fantasmas…por otro lado, cuando Eduardo y yo lo llamábamos no volteaba a vernos…llegamos a pensar que podía ser sordo…pero no tenía sentido…porque prendías el televisor, el microondas, la licuadora y Cai salía disparado de donde estuviera y se colocaba frente a estos aparatos, mirándolos con interés…


Ya cuando cumplió el año me empecé a preocupar…estas actitudes se hicieron más palpables y recurrentes…y se unieron otras más…empecé a notar que Cai no miraba a las personas a los ojos…no fijaba la mirada…seguía sin responder a su nombre, no te pedía que lo cargues, no corría a ti para buscar que lo abraces…seguía sin decir palabra, ni siquiera “mamá” o papá”…además empecé a notar que tenía una extraña fascinación por todo lo que fuera ruedas…cada vez que podía se las arreglaba para poner de cabeza su coche de paseo, y por un buen rato se quedaba haciendo rodar las ruedas del coche, babeándolas…esa fascinación se extendió hacia las rejas…todo lo que fuera rejas le llamaba la atención…cuando lo sacaba a pasear a la calle le encantaba acercarse a las rejas de las casas, pasar su mano por ellas…también se podía quedar largo rato jugando con persianas…cuando lo llevaba al Mac Donald’s en vez de interesarse por el playground se iba de frente a la malla que había alrededor…


Este interés por ruedas y rejas fue un indicador poderoso de que algo estaba pasando…recuerdo que en una ocasión llevé a Cai al cumpleaños de uno de sus primitos…en vez de jugar con los niños y con los distintos juguetes que habían tirados por todos lados Cai fue de frente a un carrito de bomberos que encontró tirado…se tiró al suelo y se quedó largo rato tirado allí haciendo rodar las ruedas del carrito y observándolo…los niñitos iban y venían por donde él estaba y él ni se daba cuenta…a mí me asustó mucho porque me imaginé que en algún momento un niño le podía pasar por encima, pisarlo, era increíble ver cómo a Cai no le interesaba nada más a su alrededor…cuando llegó la hora de la piñata, Cai estaba en mis brazos viendo como los niños más grandes intentaban romperla…todo era ruido y desorden, y mientras eso sucedía, Cai ni miraba la piñata, alzó su mirada hacia el cielo (estábamos en un patio sin techo) y se quedó mirando hacia arriba, mientras se reía…Ahí me dí cuenta que las cosas no andaban bien…


Por otro lado, también me empezaron a preocupar otros actos recurrentes…constantemente Cai se ponía a dar vueltas en círculo una y otra vez a la vez que se reía…cuando no era eso, se ponía a correr de un lado a otro de nuestro pequeño departamento…podía hacerlo por largo rato de una manera muy hiperactiva…también comenzó a extender sus brazos hacia adelante y a moverlos hacia adentro y hacia afuera repetidas veces, mientras miraba sus manos con atención…se golpeaba la cabeza contra la pared o a veces contra el suelo, y de vez en cuando adoptaba extrañas y difíciles posturas…miraba hacia el techo blanqueando los ojos inclinando la cabeza de una manera peculiar…


Entonces decidí encarar el problema…hasta ese momento había buscado mil explicaciones para la extraña conducta de Cai, pero había una que siempre descartaba porque no me parecía posible…me refiero a la posibilidad de que fuera autista…pero en esos momentos la palabra sonaba en mi mente una y otra vez…una noche en que estaba desvelada pensando en Cai preocupada decidí entrar a Internet…entré a varias páginas sobre Autismo, y me dí con una terrible sorpresa…habían una serie de características que se nombraban como indicadores de autismo…Cai cumplía con la mayoría de ellas…me quedé estupefacta…por largo rato estuve mirando la pantalla de la computadora…el mundo se me vino encima…llamé a mi esposo y le mostré lo que había leído…los dos tuvimos que afrontar la posibilidad de que Cai sufriera de autismo…fue una noche larga y muy triste para ambos…


Cuando lo comenté con nuestros familiares, la única que me escuchó con atención y que estuvo de acuerdo conmigo en que algo pasaba y que Cai podía ser autista fue mi mamá…otras personas me decían que Cai no tenía nada…que sólo le faltaban estímulos, que seguro yo no lo estimulaba lo suficiente…


Decidí llevar a Cai donde un neurólogo…allí el doctor me dijo que esperara un tiempo, que me acercara a Cai, que jugara más con él, que lo pusiera en contacto con otros niños…que todavía era muy pronto para poder diagnosticar si era autista o no…


Puse a Cai en un nido…traté de jugar más con él, pero era imposible…cada vez que me acercaba a jugar con él, Cai se iba a otro lado a jugar solo…comenzaron las clases en el nido…y a la par Cai comenzó terapia con una psicóloga…una terapia psicoanalítica…Cai jugaba en el consultorio, y en base a su dinámica la psicóloga interpretaba lo que Cai sentía y pensaba…lo que no podía expresar de otra manera…Se nos dijo que Caetano no era autista, pero que presentaba una conducta con rasgos autistas que tenían una base emocional…era la forma en que Cai se defendía de un ambiente que le resultaba angustiante y amenazador…tenía un padre “ausente”, una hermana que prácticamente monopolizaba a sus padres y no le dejaba espacio a él, una madre depresiva y cansada, que desde chico lo había dejado al cuidado de otra persona, y además lo teníamos viendo televisión todo el tiempo…en fin…lo que entendimos Eduardo y yo es que Caetano estaba así por culpa de su entorno…por nuestra culpa…


Cuando tienes un hijo como Caetano no es nada fácil lidiar con la culpa…no puedes evitar sentirte culpable…y muchas personas te repiten este tipo de cosas a diario…yo empecé a sentir que no me llenaba la explicación y la terapia de la psicóloga…que no podía ser que Cai estuviera así porque su entorno fuera tan disfuncional como ella decía…en todo caso, hay familias mucho más “disfuncionales” que la nuestra, con hijos totalmente sanos…no me convencía…por otro lado, yo necesitaba una terapia más directa y más concreta, en dónde se le enseñara a Cai lo necesario para poder convivir con las personas y el mundo en su día a día…empecé a informarme y me dí cuenta que habían otras terapias además de la psicoanalítica…


Buscando entender la conducta de Caetano asistí a una conferencia sobre autismo…al comentárselo a la psicóloga de Cai ella me dijo que yo ya había decidido la suerte de Caetano…que yo tenía la fantasía de que mi hijo fuera autista…que inconscientemente yo deseaba que así fuera…que indignación y qué impotencia sentí al oír esas palabras…nadie más que yo sabe lo que pasa dentro de mí…y ni consciente ni inconscientemente desearía para mi hijo un diagnóstico de autismo o de cualquier otro trastorno…visiblemente alterada, la psicóloga de Cai dio por terminada la terapia de mi hijo, hasta que buscaramos un diagnóstico…sólo para que yo estuviera más tranquila con respecto al autismo…en ese punto yo estaba llorando de impotencia porque no lograba ser escuchada con racionalidad por la terapeuta…mucho menos comprendida…mi llanto solo logró despertar aún más su frialdad…me dijo que yo me desbordaba…me dijo que yo creía que lo sabía todo…que conmigo no podía hablar…ese fue el punto final de nuestra sesión con la psicóloga, y de la terapia psicoanalítica de Cai…ese día lloré mucho…Al parecer estábamos de nuevo como al principio…sin terapia para Cai, y sin saber adónde ir…pero después comprendí que la intransigencia de la psicóloga nos había abierto el camino hacia un diagnóstico más acorde con la realidad…


Llevé a Cai con otro especialista… el diagnóstico fue distinto…para él el comportamiento de Cai calificaba como Trastorno del Espectro Autista (TEA) dentro de los rangos con menor severidad del espectro...es muy chico para decir exactamente qué puede ser: Autismo, Asperger, Trastorno Pragmático del Lenguaje entre otros trastornos…pero definitivamente escuchar estas palabras de parte del profesional me dieron un poco de tranquilidad…estábamos encontrando una manera de ayudar a Cai…El psicólogo nos explicó que este tipo de trastornos no son manifestaciones del inconsciente del individuo…los niños ya nacen así…se trata de una condición de vida…no tiene nada que ver con lo buena o mala madre que fuiste…o si lo dejabas ver televisión seguido…o si lo criaste tú o la nana…o si su hermanita no lo deja expresarse y lo “anula”…no tiene tampoco nada que ver con vacunas, ni se cura con una cámara hiperbárica ni dietas milagrosas…


Esas palabras me quitaron la culpa de encima…y dejé de pensar que era una loca y una obsesa buscando hacer que mi hijo entrara dentro de la clasificación de autista…pero sobretodo, esas palabras me han dado nuevamente la esperanza de poder sacar adelante a Cai…


Por estos días Cai continúa en el nido, y está por comenzar su terapia de lenguaje…también Eduardo y yo estamos averiguando sobre la posibilidad de empezar a llevarlo a terapia conductual con una psicóloga…el camino no es fácil…ni barato dicho sea de paso…implica además llevarlo a muchas sesiones de terapia muy seguido…y es agotador…pero estoy segura de que nuestros esfuerzos definitivamente valen la pena…estoy segura de que Caetano va a salir adelante… …aunque no va a pasar de la noche a la mañana…esto es sólo el principio de un largo proceso de aprendizaje y de trabajo arduo con Cai…


Definitivamente no es nada fácil…tienes que luchar no sólo con el trastorno en sí…no sólo es el día a día con Cai y la lucha porque alcance nuevos logros en cuanto a su desarrollo, lenguaje, sociabilización…sino la lucha contra el desconocimiento y la falta de información en torno al tema que hay tanto en nuestro entorno como entre nuestros familiares…todos los días tengo que soportar a mi mamá mirándome seriamente y repitiendo: “creo que tienes que llevar a Cai de nuevo con la psicóloga…ojalá no te estés equivocando…por el bien de Cai”…y todos los días tengo que hacerle acordar que yo como madre hago lo mejor que puedo y que creo que no me estoy equivocando…es agotador… Pero por agotador y difícil que sea todo…estoy dispuesta a aprender con mi hijo y a gozar cada alegría que Cai nos da a lo largo de este complicado y a veces confuso camino…


De hecho que no he sido y quizás nunca seré la mejor madre del mundo…me queda mucho camino por recorrer y mucho que aprender con respecto a cómo ser una buena madre…tengo que aprender a estar más con mis hijos, a jugar más con ellos, a salirme de mi egoísmo, mis depresiones y mi cansancio y darles más de mí…en este sentido todo lo que estamos pasando con Cai me está ayudando muchísimo…A veces me siento frustrada, me gana el desánimo cuando me tiro al piso a jugar con Cai y él me da la espalda o se va a otro lado…a veces me pongo a llorar porque me siento impotente…pero nada de esto me va a derrumbar…por sobre todas esas cosas…soy la madre de Cai…soy la persona que más lo quiere en este mundo y la única que puede luchar por él y darle las armas para salir adelante en este mundo y en la vida…Cuando me siento tan abatida, me acuerdo de esto último y paro de llorar para ponerme de pie de nuevo y retomar la lucha con fuerzas renovadas…porque nada ni nadie me va a parar en este esfuerzo…mucho menos la ignorancia, la incomprensión, o la falta de apoyo de parte de la gente…


A veces las personas nos preguntamos: “por qué a mí?”…o en todo caso “por qué a mi hijo?”…a veces nos hundimos en nuestros problemas…yo creo que tener a Cai lejos de darnos problemas o hacernos la vida difícil ha sido lo mejor que nos ha pasado tanto a Eduardo o a mí como padres…Cai es una bendición que la vida nos ha dado…es nuestro niño dulce y tierno, nuestro niño especial como ninguno…un pedacito de persona que nos está enseñando a dar lo mejor de nosotros…a querer a nuestros hijos con el alma, a entregarnos por entero a la tarea de ser mejores padres y mejores seres humanos…


Seguramente la psicóloga de Cai diría que yo escribo este artículo porque dentro de mi fantasía inconscientemente quiero llamar la atención de la gente, alcanzar un protagonismo y lograr gratificación afectiva de parte de las personas que lean acerca del trastorno de mi hijo…


Yo quiero decirles que comencé a escribir este artículo como una forma de encontrar desahogo y paz…pero que ahora que está terminado también sé que puede ser de mucha ayuda para cualquier madre o familia que esté pasando por lo que Eduardo y yo estamos pasando con Caetano…en todo caso…lo he escrito con todo el corazón y con todo mi amor de madre…creo que ninguna familia que tenga un hijo con algún trastorno del desarrollo o con alguna condición especial debe pasar por todas las cosas que nosotros hemos pasado…


Un abrazo a todos…con todo el cariño del mundo, de parte mía y de Cai…



lunes, 1 de febrero de 2010

LA CIUDAD DE LOS BESUQUEADORES


Lima es la ciudad de los besuqueadores…y es que desde chiquititos nos enseñan que para saludar a las personas hay que darles el besito de rigor en la mejilla…sea quien sea la persona que tienes al frente; así se trate de alguien que te caiga como una patada al hígado, o peor aún, de un perfecto desconocido…

Desde que recuerdo, he tratado de sacarme de encima todos las normas, obligaciones y convencionalismos sociales con los que fui criada…dejé de ir a misa, dejé de asistir a showers, brunches, matrimonios y demás huachafadas por el estilo; evito en la medida de lo posible los saludos de cumpleaños…tanto los que tengo que dar, como los que me tienen que dar a mi…sobre todo si son por teléfono…pero de lo que hasta ahora no logro sacudirme es del bendito (o mejor dicho maldito) besito en la mejilla…

Y créanme que trato con todas mis fuerzas…pero es inútil…el besito es toda una institución aquí en Lima…sinónimo de buena educación y de amabilidad…

No me refiero al beso que se da a las personas que uno quiere…a una madre, a un hijo, a tu pareja, a tu mejor amigo…en ese contexto, nada más lindo que expresar el cariño de esa manera tan cercana…me refiero al beso social…ese que te ves obligado a dar…ese que no nace de adentro…ese que repartimos a diestra y siniestra en reuniones, fiestas, y demás eventos…sin importar en la mejilla de quién vaya a parar…

Para mí que soy una tímida de ribetes legendarios…todo este asunto del besuqueo invade mi espacio personal…me agrede, me viola…No puedo olvidar cuánto me jodía cuando mi mamá me paraba en pleno trayecto de mi cuarto a la cocina y me preguntaba: “Has saludado a tu tía Fulanita?”…y ya estaba perdida…invariablemente me veía obligada a besar en el cachete a la tía en cuestión…aunque muchas veces fuese una perfecta desconocida (acá en Lima cuando eres chico las madres te chantan como tía a cualquier amiga que se asoma por casa); recuerdo a una tía en especial…tenía mirada de víbora…unos ojitos chiquitos que se achicaban más cuando me veía…no era una mirada de cariño…sino todo lo contrario…yo le caía mal…y ella a mí…era toda una tortura tener que darle un beso…más bien tenía ganas de darle un combo…pero en fin…creo que ella sentía igual…

Cuando mi hija mayor hizo su primera comunión…tuve la mala suerte de coincidir en la iglesia con mi ex y su esposa...Era vox populi que ella no soportaba verme…y yo desde hace tiempo que tenía ganas de agarrarla de los pelos por sus actitudes cojudas…en esas circunstancias yo no tenía las más mínimas ganas de acercarme y saludarla…menos con un beso…pero cuando ella llegó, al darse cuenta de que yo no la saludaba ni volteaba a mirarla, se acercó a mí y con todo el cuajo del mundo me dijo: “Verónica…besitoooo”…y me chantó un beso en la mejilla, sin que yo tuviera tiempo de evitarlo…Desde allí la bauticé como la popular “besito, besito”…y juré que si me la volvía a encontrar nunca más iba a someter a mi pobre mejilla a semejante injuria…

En cuanto a las antipatías entre la gente…nada como un beso en la mejilla para hacerle sentir al otro cuán mal nos cae o cuan indiferente nos resulta…es horrible cuando algunas personas en vez de darte un beso, pegan su mejilla a la tuya y lanzan el beso al aire…me parece recontra hipócrita hacer eso…es increíble…no nos cae alguien, pero igual le chantamos el beso…o el cachete…según sea el caso…no tiene sentido…

Al parecer, se trata de una especie de reflejo involuntario…que hemos llegado a practicar sin pensar, de forma mecánica y automática…conozco a alguien…besito en la mejilla…Insisto…no tiene sentido…cómo besar a un perfecto desconocido?...no es natural…

Nunca me voy a olvidar de algo curioso que me sucedió en Memphis, hace ya mucho tiempo…yo era una chiquilla, y fui como acompañante de mi mamá, que se iba a someter a una operación de la cadera en un hospital local…fueron días muy jodidos y angustiantes para mí, pues mi inglés en esa época era incipiente, y no entendía ni jota de lo que me decían las enfermeras…pero aún con la barrera lingüística me hice amiga de una de ellas…se llamaba Dorothy…y fue muy buena gente conmigo…

El día en que abandonamos el hospital, cuando llegó el momento de despedirme de ella, me acerqué, y después de mascullar algunas frases en inglés, de improviso le dí un limeñísimo beso en la mejilla…Nunca voy a olvidar su cara ni su reacción…mientras la besaba sentía como su cuerpo se tensaba…inmediatamente se alejó de mí…y me miró confundida…tuve que explicarle que aquí en Lima era natural saludar o despedirse de alguien con un beso…al parecer en Memphis no; me pongo a pensar si mi inocente besito no habrá sido leído por Dorothy como una especie de mandada lésbica…el asunto es que allí me dí cuenta de lo tremendamente localista de nuestra tradición besuqueadora…

En otros lados no se andan con vainas…el beso se reserva a las personas cercanas y queridas…a las demás se las saluda con un abrazo, o un apretón de manos…y me parece saludable…por lo menos a mí, que no siempre ando de humor para andar dando o recibiendo besitos de todo el mundo…

Una de las situaciones que más me incomoda es cuando llego a una reunión y tengo que saludar a un grupo de personas que están sentadas conversando…resulta realmente incómodo, sobre todo si se trata de un grupo numeroso, tener que agacharse a besar a toditos en el cachete…aparte que quién sabe quienes son…es una cosa que he llegado a detestar con toda el alma…

Cuando cumplí cuarenta, me dije a mi misma: “te has ganado el derecho de saludar a la gente como te dé la gana…y al que no le gusta…que se joda”; pero mi declaración de libertad se ha encontrado hasta ahora con muchas trabas…y es que no es fácil aplicar lo dicho…Si por ejemplo, para evitar el aburrido y extenuante besito en serie cuando llego a una reunión se me ocurre saludar a todos con un “holaaaa” acompañado de su saludito con la mano desde una saludable distancia…nunca falta el que ya se paró a besuquearte y que al quedarse con los crespos hechos se vuelve a sentar confundido…ni que decir de los demás que se me quedan mirando cómo si fuera un bicho raro…me imagino que algunos se ofenderán…y cuando la situación es a la inversa y se acercan a saludarte, ni modo…jodida estás…hay que poner el cachete nomás…

Sí pues…Lima es una ciudad de besuqueadores…están por todos lados…acosándote…

Pero no me rindo…seguiré intentando por todos los medios defender mi derecho a saludar a la gente como yo quiera…y a ser saludada sin que se invada mi espacio…así como también mi derecho a la honestidad, a no dar ni recibir besos hipócritas sólo por cumplir…seguiré buscando tácticas para evadir a los besuqueadores…extender mi mano rápido, antes de que mi cachete se vea perjudicado…escabullirme de las fiestas sin ser vista para no tener que despedirme de nadie…decir que estoy resfriada así que mejor de lejitos…lograr refinar la técnica del “hola comunal” acompañado de su correspondiente saludito con la mano al estilo reina de belleza…

Mis cachetes apoyan mi decisión y me lo agradecen…que viva la libertad de saludos!!!

Por cierto…un BESO a todos los besuqueadores que puedan estar leyendo este artículo…

martes, 26 de enero de 2010

LOS HIJOS Y LA METAMORFOSIS DEL ALMA


Cuando tenía 16 ó 17 años me entró un odio hacia los niños…no los soportaba, y ni hablar de ser madre alguna vez…me burlaba de las madres de familia, de su monotema al hablar siempre de los hijos, de la mediocridad de sus vidas de amas de casa…para mí los niños eran seres gritones y malcriados, groseros hasta decir basta…definitivamente eran seres extraños e incomprensibles…

Entonces, de algún modo que hasta ahora sólo puedo explicar como una fuerza de la naturaleza, me encontré a los 21 años queriendo tener un hijo…sentía quizás egoístamente que un hijo me iba a dar el cariño que no había tenido en casa, y que teniéndolo ya nunca iba a estar ni a sentirme sola nunca más…y la mano del destino me dio lo que yo tanto quería: tuve mi primera hija, Nicole, a los 23 años…

Allí comenzó lo que yo llamo “la metamorfosis del alma”…de pronto empecé a pensar no sólo en mí, sino en otra persona…mi egoísmo, mi “yo” que tanto amaba y defendía se fueron disolviendo, y dentro de mí surgió un amor distinto, quizás inexplicable…desde la primera vez que tomé a Nicole en mis brazos empecé a cambiar…comenzaron las madrugadas sin dormir, las noches en vela cuando se enfermaba, los biberones de las 6 de la mañana…esa pequeña personita me estaba dando una lección de vida…ya no importaban mis necesidades…sino las de ella…

Pero sólo era el comienzo…me costó cambiar…como mucha gente joven que tiene hijos, me resistí al cambio con furia y desesperación…todavía estaba joven, no me iba a volver una de esas madres de familia sacrificadas y frustradas…busqué trabajos, los encontré, tenía que vivir mi vida, realizarme como mujer, y no sólo a través de los hijos…Seguía mi búsqueda…no sólo laboral y profesional, sino también a nivel emocional…estuve casada por 5 años…luego me divorcié…tenía que evolucionar…era un impulso incontrolable y sentía que no podía parar…Además sentía que no podía perder el tiempo…los fines de semana eran definitivamente para mí…no podía dejar pasar la noche del sabado sin hacer algo…lo que fuera, menos quedarme en casa…de nuevo mi “yo” luchaba por mantenerse en primer lugar…

Con el tiempo, me encontré en una vorágine que yo misma había creado…con una hija pequeñita que cuidar, trabajando todo el día, juergueando los fines de semana…quizás después de años de estar así perdí un poco la perspectiva de las prioridades en la vida…y mi chiquita fue creciendo…muy rápidamente…Después de años de vivir así y negar la realidad, un día, a mis 37 empecé a entender cuánto la había dejado de lado por vivir mi vida…me dí cuenta de cuánto de su vida me había perdido por pensar en mí…mi juventud y su infancia habían pasado muy rápido…

Entonces, cuando menos lo esperaba, todo volvió a cambiar…la vida, el destino o lo que sea me dieron una segunda oportunidad…volví a ser madre por segunda y tercera vez…y nacieron Almudena y Caetano…después de unos 15 años aproximadamente volvía a ser madre…no fue planeado…fue una sorpresa total…algo que para mí que no creo en Dios desafía totalmente mi ateísmo…porque sólo lo puedo definir como algo divino…fue difícil…empezaron de nuevo las madrugadas interminables, los cansancios, las ojeras, los llantos de bebés…igual que la primera vez…pero no todo era igual…algo había cambiado: “Yo”…ese “yo” furibundo y altanero, egoísta y desenfrenado se había domesticado y amansado…ya no importaba tanto perderse una juerga…las noches dejaron de ser atractivas…mi alma insaciable de aventuras ya no necesitaba irse en busca de emociones nuevas…y comencé a ser feliz en casa, con mis hijos…

Mi alma viajera había encontrado un puerto donde descansar tranquila…entonces empecé a valorar tantas cosas que nunca antes habían tenido importancia para mí: la belleza de los domingos en la tarde, sentarse a jugar con tus hijos sin que nada más importe, verlos dormir a tu lado y sentir su aliento tibio junto a ti…ver la felicidad en sus ojos cuando les dedicas un cariño o les sonríes…cargarlos y apretarlos fuertemente junto a ti…

Finalmente, mi “yo” había perdido la batalla…con Caetano tuvo su tercer round…y lo perdió prácticamente desde el inicio…y comencé a comprender…hice lo que nunca hubiera imaginado: dejé mi trabajo…y me dediqué a ver crecer a mis hijos…me convertí en lo que tanto había despreciado: UNA AMA DE CASA…pero el significado de la frase ha cambiado totalmente para mí…ya no es una frase peyorativa…ya no significa dentro de mi la mediocridad de una persona que se sacrificó en vano, ya no significa una renuncia cojuda de tus ideales y tus metas personales…si bien es cierto de vez en cuando mi alma insaciable aún tiene ganas buscar nuevos rumbos…si bien es cierto a veces me harta la rutina de la casa, y me siento a veces encarcelada en el circulo vicioso de cambiar pañales, hacer biberones, lavar platos, etc…hay momentos hermosos que compensan todo a lo que yo he renunciado…hay momentos en los que de tan solo mirar a tus hijos entiendes de pronto de lo que se trata la vida…se trata de amar, de aprender a dar, de aprender a ser feliz con lo que tienes…tan simple como eso…y cuando veo las miradas de mis tres hijos soy tan feliz…y a veces no puedo evitar derramar una que otra lágrima…tal vez las mujeres cuando nos volvemos madres nos volvemos también unas lloronas incontrolables…puede ser…en todo caso…me gusta como soy ahora…tan distinta de aquella adolescente de 17 que odiaba a los mocosos…mis hijos me han dado el regalo más grande de la vida…me hacen ser un mejor ser humano, me han dado la capacidad de ser más sensible con los que me rodean, de preocuparme más por la dicha y el dolor ajenos…mi alma sigue aprendiendo, sigue viajando pero por caminos más tranquilos, llenos de luz y de paz…

Nicole, mi hermosa adolescente artista e inconforme, Almudena, mi loquita incontrolable de rulos y espíritu indomables, y Caetano, el pacifista y sonriente pensador…tomaron mi alma y se la robaron, y por eso los amo tanto, y por eso los voy a amar toda la eternidad, toda esta vida y todas mis otras vidas…MI ALMA ESTÁ FINALMENTE TRANQUILA Y FELIZ!!!

(Escrito el 26 / 12 / 2008)

lunes, 18 de enero de 2010

PARA TODOS LOS TIMIDOS


A veces me pregunto: “Qué coño hago yo cantando???”…y es que soy una tímida incurable…la timidez es cosa seria…los tímidos me entienden…no es que amanezcas un día y digas: “yaaa…desde hoy no voy a ser tímida”…naces tímida y así eres toda la vida…

Mis más tempranos recuerdos tienen que ver con eso…me acuerdo a mis cuatro años, tratando de esconderme de la foto con todos los niños del salón…por supuesto nunca me ligó…

La primera vez que pise un escenario fue a los 6 años en una actuación del colegio…un desastre…los nervios hicieron que me olvidara del baile que tanto había ensayado…me quedé en blanco mirando al público…mi profesora me tuvo que sacar de allí, para evitar un precoz soponcio…

En mi primera exposición de colegio…se me olvidó todo lo que había memorizado…y entonces…no me quedó más remedio que ponerme a llorar delante de todo el salón…desde allí, nunca más pude exponer sin temblar como gato mojado…

Ni que decir de las citas con chicos…era horrible cuando se hacía un silencio en plena cita, y yo sufría tratando de encontrar palabras para decir…pero mi mente se ponía en blanco…

Como ya dije…la timidez es algo con lo que uno nace…y dura toda la vida…está allí y sale cuándo menos lo piensas…o cuando menos lo quieres…

Es la misma timidez que hace que descuelgue el teléfono de casa y el celular cuando es mi santo…porque no quiero tener que hablar con nadie…o la timidez que hace que me mande tres cuba libres al hilo para poder conversar con alguien en una reunión…o la timidez que hace que me esconda en el baño antes de salir a cantar…para respirar profundo…

Lo más loco es que puedes ser recontra adulta, tener toda la experiencia del mundo, cantar delante de muchas personas, etc…y aún así cagarte de miedo porque sí…y tienes que reconocer que sigues siendo una tímida de m…

Así que hace mucho tiempo decidí dejar de luchar contra ella…hacer las paces…ser chocheras…es por eso que ahora la llevo conmigo, y hemos aprendido a convivir juntas…mi timidez y yo…Ahora la escucho cuando me habla, y la respeto…no la fuerzo a hacer las cosas que no quiere…pero a veces le doy un empujoncito para que sea más aventada y se anime a hacer algunas cosas…

Desde aquí quiero saludar a todos los tímidos y tímidas que estén leyendo esta nota…y decirles que no están solos…y que a mis casi cuarenta, ya no me jode ser así…estoy contenta de poder decir “Soy tímida”, con una sonrisa en la boca…

TIMIDOS DEL MUNDO…UNÍOS!!!!

(Escrito el 7 / 10 / 2008)