lunes, 1 de febrero de 2010

LA CIUDAD DE LOS BESUQUEADORES


Lima es la ciudad de los besuqueadores…y es que desde chiquititos nos enseñan que para saludar a las personas hay que darles el besito de rigor en la mejilla…sea quien sea la persona que tienes al frente; así se trate de alguien que te caiga como una patada al hígado, o peor aún, de un perfecto desconocido…

Desde que recuerdo, he tratado de sacarme de encima todos las normas, obligaciones y convencionalismos sociales con los que fui criada…dejé de ir a misa, dejé de asistir a showers, brunches, matrimonios y demás huachafadas por el estilo; evito en la medida de lo posible los saludos de cumpleaños…tanto los que tengo que dar, como los que me tienen que dar a mi…sobre todo si son por teléfono…pero de lo que hasta ahora no logro sacudirme es del bendito (o mejor dicho maldito) besito en la mejilla…

Y créanme que trato con todas mis fuerzas…pero es inútil…el besito es toda una institución aquí en Lima…sinónimo de buena educación y de amabilidad…

No me refiero al beso que se da a las personas que uno quiere…a una madre, a un hijo, a tu pareja, a tu mejor amigo…en ese contexto, nada más lindo que expresar el cariño de esa manera tan cercana…me refiero al beso social…ese que te ves obligado a dar…ese que no nace de adentro…ese que repartimos a diestra y siniestra en reuniones, fiestas, y demás eventos…sin importar en la mejilla de quién vaya a parar…

Para mí que soy una tímida de ribetes legendarios…todo este asunto del besuqueo invade mi espacio personal…me agrede, me viola…No puedo olvidar cuánto me jodía cuando mi mamá me paraba en pleno trayecto de mi cuarto a la cocina y me preguntaba: “Has saludado a tu tía Fulanita?”…y ya estaba perdida…invariablemente me veía obligada a besar en el cachete a la tía en cuestión…aunque muchas veces fuese una perfecta desconocida (acá en Lima cuando eres chico las madres te chantan como tía a cualquier amiga que se asoma por casa); recuerdo a una tía en especial…tenía mirada de víbora…unos ojitos chiquitos que se achicaban más cuando me veía…no era una mirada de cariño…sino todo lo contrario…yo le caía mal…y ella a mí…era toda una tortura tener que darle un beso…más bien tenía ganas de darle un combo…pero en fin…creo que ella sentía igual…

Cuando mi hija mayor hizo su primera comunión…tuve la mala suerte de coincidir en la iglesia con mi ex y su esposa...Era vox populi que ella no soportaba verme…y yo desde hace tiempo que tenía ganas de agarrarla de los pelos por sus actitudes cojudas…en esas circunstancias yo no tenía las más mínimas ganas de acercarme y saludarla…menos con un beso…pero cuando ella llegó, al darse cuenta de que yo no la saludaba ni volteaba a mirarla, se acercó a mí y con todo el cuajo del mundo me dijo: “Verónica…besitoooo”…y me chantó un beso en la mejilla, sin que yo tuviera tiempo de evitarlo…Desde allí la bauticé como la popular “besito, besito”…y juré que si me la volvía a encontrar nunca más iba a someter a mi pobre mejilla a semejante injuria…

En cuanto a las antipatías entre la gente…nada como un beso en la mejilla para hacerle sentir al otro cuán mal nos cae o cuan indiferente nos resulta…es horrible cuando algunas personas en vez de darte un beso, pegan su mejilla a la tuya y lanzan el beso al aire…me parece recontra hipócrita hacer eso…es increíble…no nos cae alguien, pero igual le chantamos el beso…o el cachete…según sea el caso…no tiene sentido…

Al parecer, se trata de una especie de reflejo involuntario…que hemos llegado a practicar sin pensar, de forma mecánica y automática…conozco a alguien…besito en la mejilla…Insisto…no tiene sentido…cómo besar a un perfecto desconocido?...no es natural…

Nunca me voy a olvidar de algo curioso que me sucedió en Memphis, hace ya mucho tiempo…yo era una chiquilla, y fui como acompañante de mi mamá, que se iba a someter a una operación de la cadera en un hospital local…fueron días muy jodidos y angustiantes para mí, pues mi inglés en esa época era incipiente, y no entendía ni jota de lo que me decían las enfermeras…pero aún con la barrera lingüística me hice amiga de una de ellas…se llamaba Dorothy…y fue muy buena gente conmigo…

El día en que abandonamos el hospital, cuando llegó el momento de despedirme de ella, me acerqué, y después de mascullar algunas frases en inglés, de improviso le dí un limeñísimo beso en la mejilla…Nunca voy a olvidar su cara ni su reacción…mientras la besaba sentía como su cuerpo se tensaba…inmediatamente se alejó de mí…y me miró confundida…tuve que explicarle que aquí en Lima era natural saludar o despedirse de alguien con un beso…al parecer en Memphis no; me pongo a pensar si mi inocente besito no habrá sido leído por Dorothy como una especie de mandada lésbica…el asunto es que allí me dí cuenta de lo tremendamente localista de nuestra tradición besuqueadora…

En otros lados no se andan con vainas…el beso se reserva a las personas cercanas y queridas…a las demás se las saluda con un abrazo, o un apretón de manos…y me parece saludable…por lo menos a mí, que no siempre ando de humor para andar dando o recibiendo besitos de todo el mundo…

Una de las situaciones que más me incomoda es cuando llego a una reunión y tengo que saludar a un grupo de personas que están sentadas conversando…resulta realmente incómodo, sobre todo si se trata de un grupo numeroso, tener que agacharse a besar a toditos en el cachete…aparte que quién sabe quienes son…es una cosa que he llegado a detestar con toda el alma…

Cuando cumplí cuarenta, me dije a mi misma: “te has ganado el derecho de saludar a la gente como te dé la gana…y al que no le gusta…que se joda”; pero mi declaración de libertad se ha encontrado hasta ahora con muchas trabas…y es que no es fácil aplicar lo dicho…Si por ejemplo, para evitar el aburrido y extenuante besito en serie cuando llego a una reunión se me ocurre saludar a todos con un “holaaaa” acompañado de su saludito con la mano desde una saludable distancia…nunca falta el que ya se paró a besuquearte y que al quedarse con los crespos hechos se vuelve a sentar confundido…ni que decir de los demás que se me quedan mirando cómo si fuera un bicho raro…me imagino que algunos se ofenderán…y cuando la situación es a la inversa y se acercan a saludarte, ni modo…jodida estás…hay que poner el cachete nomás…

Sí pues…Lima es una ciudad de besuqueadores…están por todos lados…acosándote…

Pero no me rindo…seguiré intentando por todos los medios defender mi derecho a saludar a la gente como yo quiera…y a ser saludada sin que se invada mi espacio…así como también mi derecho a la honestidad, a no dar ni recibir besos hipócritas sólo por cumplir…seguiré buscando tácticas para evadir a los besuqueadores…extender mi mano rápido, antes de que mi cachete se vea perjudicado…escabullirme de las fiestas sin ser vista para no tener que despedirme de nadie…decir que estoy resfriada así que mejor de lejitos…lograr refinar la técnica del “hola comunal” acompañado de su correspondiente saludito con la mano al estilo reina de belleza…

Mis cachetes apoyan mi decisión y me lo agradecen…que viva la libertad de saludos!!!

Por cierto…un BESO a todos los besuqueadores que puedan estar leyendo este artículo…