sábado, 6 de noviembre de 2010

CUANDO LA TRISTEZA TIENE NOMBRE


Siempre he convivido con la tristeza…Recuerdo claramente mi primera gran crisis…fue en el verano del año en que cumplí los dieciséis…sin ninguna explicación lógica, de pronto sentí que no tenía ganas de nada…me la pasaba todo el día durmiendo…me bañaba a las 6 de la tarde…o me tiraba a leer todo el día…dejé de salir con amigos…

Junto con ese afán de soledad me entró una angustia terrible con el tema de la muerte…me la pasaba todo el día llorando de sólo imaginarme la idea de la muerte, de no ser más nada…recuerdo que una vez le conté a mi mamá sobre mis miedos…Ella se sonrió y me dijo: “estás tan chica…tienes tanta vida por delante…por qué te preocupas por esas cosas?”...con el tiempo, la tristeza se fue…pero sólo por un tiempo…

Entré a la universidad…allí todo fue bien hasta que entré a la Facultad de Comunicaciones…yo había hecho amigos en Cachimbos…pero al comenzar los estudios de facultad me vi de pronto sin amigos, empezando de nuevo…y estos cambios me afectaron mucho. No me fue fácil adaptarme…recuerdo que muchas veces pasaba el tiempo escondida en la capilla cercana a la facultad…no porque fuera una católica devota, sino porque no podía hablar con nadie, y allí podía estar tranquila y sola…con el tiempo llegué a desarrollar algunos signos de ansiedad extrema…me sudaba todo el cuerpo cuando estaba con gente, sentía cómo si estuviera parada bajo el sol de algún desierto…me tenía que esconder en el baño para controlar mis nervios…pues me ponía a llorar sin poder evitarlo…

Por esos años descubrí unas pastillas que mi mamá guardaba en el cajón de su mesa de noche…yo me había dado cuenta de que ella las tomaba de vez en cuando cuando andaba nerviosa, así que decidí probarlas también…descubrí entonces las bondades del Diazepan…o Valium…mi mamá ni se daba cuenta de que de vez en cuando me robaba algunas pastillas; junto con las pastillas empezó el consumo de alcohol…no lo hacía en casa…pero cada vez que salía los sábados tomaba bastante…había encontrado en las pastillas y el trago el remedio a mi tristeza, a mi timidez, a mi soledad…El efecto del valium era al principio alucinante…me sentía ligera, tranquila, feliz…con respecto al alcohol, me dí cuenta de que cuando tomaba se me olvidaba la timidez y me sentía más segura…hasta el punto de volverme casi otra persona…una especie de alter ego desenfrenado…este efecto hasta ahora lo siento cada vez que tomo un trago…

No sé exactamente en qué momento descubrí el Xanax o Alprazolam… pero estoy segura que fue en el cajón de mi mamá también…para cuando nació mi primera hija, Nicole, ya los usaba alternadamente…

Cuando murió mi papá tuve mi segunda gran crisis…lloraba sin poder dormir por las noches…mi cuarto andaba hecho un asco, y mandé poner unas cortinas que no dejaban pasar la luz del sol, para que mi cuarto estuviese siempre a oscuras…recuerdo que dejaba por horas a Nicole, que en ese entonces estaba chiquitita, con la empleada de mi suegra (pues vivíamos en su casa), le recalcaba a ella que si me llamaba cualquier persona le dijera que no estaba, y me tiraba a dormir, con las cortinas cerradas y el cuarto completamente a oscuras. En una pelea, mi entonces suegra me dijo que yo era una cochina,que no limpiaba ni arreglaba mi cuarto y no sé cuántas cosas más…no era eso…no era que yo fuese floja o cochina…era de nuevo la tristeza, pero esta vez era realmente una tristeza enorme…

Con el tiempo me divorcié…regresé a vivir a casa de mi mamá junto con Nicole…entonces ella tenía 4 años…me puse a trabajar como loca, y los fines de semana me iba de juerga…el resultado fue que perdí a mi hija…mi mamá poco a poco asumió el rol de madre…y con frecuencia teníamos peleas terribles por Nicole…cada vez que podía mi madre me hacía recordar lo mala madre que yo era…el dolor era muy grande, pero yo encontré la forma de no sentir: la noche, los hombres, el trago, los cigarros… fue mi forma de sobrevivir…

En una de esas juergas conocí a un fotógrafo de sociales adicto a la cocaína…él era adicto a esa sustancia…yo me volví adicta a él…fue una gran pasión que acabó muy mal…cuando terminamos yo quedé destrozada…me costó dos años recuperarme…durante esos dos años conocí a mi actual pareja, Eduardo…él fue mi compañero durante ese período tan oscuro…nos fuimos a vivir a Barranco, a una casona antigua…Eduardo trataba de ayudarme, pero yo solo quería estar sola…dejé mi trabajo…y me pasaba los días durmiendo sola en aquella casa silenciosa y oscura, mientras Eduardo se iba a trabajar…

Con el tiempo nuestra relación empeoró...y mi tristeza también…llegué a sentirme tan mal que no quería salir de la cama…había días en que ni siquiera me bañaba…no tenía hambre así que no comía…lloraba todo el día tirada en la cama…para ese entonces, Eduardo y yo estábamos separados…él en Barranco, yo de nuevo en casa de mi madre…Todos los días él iba a visitarme y me encontraba en la cama…y entonces tenía que arrástrame literalmente fuera de la cama, cargarme y llevarme a la ducha…

La situación llegó a un punto en que decidí buscar terapia…como no tenía plata, mi madre se ofreció a pagar el doctor y las medicinas, así que terminé acudiendo al consultorio de un psiquiatra…fue allí que finalmente alguien le puso nombre a mi tristeza: DEPRESION… en ese consultorio me di cuenta que mis períodos de tristeza eran en realidad crisis depresivas, y que las había tenido casi toda una vida…El psiquiatra me recetó Fluoxetina; al principio la sustancia funcionó de maravilla…pero después las cosas se complicaron…dejé de comer…no tenía apetito, y me podía pasar todo el día a punta de un café, unas tostaditas y algunos cigarros…terminé bajando de peso…yo no lo sabía entonces, pero la Fluoxetina tiene efectos anorexígenos…llegué a combinar en ocasiones la Fluoxetina con el trago…dando como resultado unas tremendas resacas y una depresión aún más aguda…además, empecé a sentir fuertes dolores de cabeza y palpitaciones…cuando le conté al psiquiatra acerca de estos malestares, me recetó entonces Xanax, para equilibrar los efectos de la Fluoxetina…de a pocos, las medicinas fueron aumentando, en poco tiempo, ya estaba tomando Clonazepan (Rivotril), Fluoxetina, Xanax y Zyprexa (Olanzapina)…éste último medicamento era un antipsicótico que se recetaba entre otras cosas para casos de esquizofrenia, manías agudas y depresiones asociadas al trastorno bipolar…sin darme cuenta, pasé de ser una mujer deprimida, a un zombie, que no salía de la cama…tremendo cocktail de pastillas me aletargaba, y dejaba mi mente en un estado desastroso…en este punto del tratamiento, no sólo veía al psiquiatra una vez al mes, sino que también veía a una psicóloga dos veces por semana…y no mejoraba…me sentía en un horrible círculo vicioso…entre la cama, las pastillas, los doctores, y además la humillación de tener que aceptar la plata de mi madre para seguir el tratamiento, que era costosísimo…y no veía la salida…

Hasta que un día me cansé…me dí cuenta que mi vida ya no estaba en mis manos, sino en las manos de los doctores, las pastillas, y el dinero de mi madre…y que eso me deprimía aún más…podía seguir así muchos años…siendo esclava de todo aquello…o podía tomar de nuevo mi vida en mis manos…y ser libre…Me levanté de la cama, y saqué todas las pastillas que tenía guardadas…delante de mi tenía mucho dinero en medicinas…llevé todas las pastillas al baño, levanté la tapa del wáter, y arrojé allí todo…jalé la cadena, y mientras veía como todas las pastillas se iban por el desague, sonreí por primera vez en mucho tiempo…había comenzado a recuperarme a mi misma…

Poco tiempo después recibí una llamada del psiquiatra…cómo el tratamiento con Zyprexa resultaba muy caro, se le había ocurrido que yo de repente estaría interesada en ser parte de un grupo de personas a las que se les daba el medicamento gratis a cambio de ser estudiados por los doctores…me sentí tan indignada de que se me quisiera tomar como un conejillo de indias…creo que fue en ese momento en que decidí cortar también con los doctores…ningún doctor podía saber mejor que yo cómo manejar mi depresión…así que fui primero con el psiquiatra y luego con la psicóloga y di por terminada las terapias…les dije que yo iba a salir de mi depresión sola…que iba a conseguir un trabajo…la psicóloga no daba crédito a lo que oía…no podía entender que yo, una simple paciente, diera por terminada la terapia…pensaba que me estaba equivocando…le dije que yo le iba a demostrar que no me equivocaba…

Pasaron unas semanas y conseguí un trabajo…lo primero que hice fue ir al consultorio de la psicóloga y decirle: “viste?...te equivocabas conmigo…yo voy a salir adelante…”; y esa fue la última vez que vi a aquella psicóloga…cerré la puerta de la consulta, Sali caminando hacia la calle sintiéndome libre y feliz…y nunca más volví a visitar algún otro psicólogo o psiquiatra…

Descubrí que la única que podía sacarme de mis depresiones era yo…y que ninguna pastilla mágica o ningún sillón de psicoanalista iban a hacerlo por mí…supongo que a algunas personas les funcionarán bien estos recursos…pero a mí no…

No puedo decir que mis depresiones hayan desaparecido…soy una persona que tiende a caer en depresión…tengo que aprender a vivir con ello…pero prefiero hacerlo a mi manera, sin atajos, sin meterme químicos al cuerpo…Yo me doy cuenta cuando viene una depresión…sencillamente me entrego un poco a ella, pero sin dejar que me maneje…sin tocar fondo…soy como un jinete que se trepa sobre un caballo bravo, y decide domarlo a como dé lugar…mis depresiones me las aguanto como los machos…si tengo que llorar, lloro…pero ya sé que pasados unos días me voy a levantar, me voy a sacudir el polvo de las rodillas y voy a seguir andando…ya sé que al final de aquél pasaje oscuro voy a encontrar la puerta de salida, y que al abrirla va a entrar la luz de nuevo a mi vida…porque yo soy así…una persona que tiene un fuerte instinto de supervivencia, y que jamás va a preferir la autodestrucción…

Han pasado muchos años desde aquél verano del año en que cumplí los dieciséis…el tiempo y todo lo que he vivido me han hecho una persona más fuerte…no sólo descubrí que mi tristeza tenía nombre…sino que la felicidad sólo depende de mi, y que el mejor terapeuta soy YO.