sábado, 26 de junio de 2010

TANTAS VECES CAETANO


Ayer llevé a Almu al pediatra, y de paso también cargué con Cai para que me los chequearan de una vez a los dos. Generalmente cuando voy con ambos trato de hacer las cosas lo más rápido posible…tomo un taxi para llegar a la clínica, casi inmediatamente me atiende el doctor, y con las mismas tomo el taxi de regreso a casa…trato de minimizar al máximo el tiempo de espera antes de la consulta porque me es muy difícil controlar a Caetano. Almudena no es problema…ella se pone a jugar en la casita o en el tobogán que están en la salita de espera…pero Cai se vuelve incontrolable…apenas pisa la salita de espera, ya quiere salir corriendo hacia la puerta de la clínica…y esa acción de correr hacia la puerta Cai la puede repetir una y mil veces, de forma incansable…desde siempre Cai ha tenido fijación por salir a la calle…en casa muere por que le abramos la puerta del departamento…y hasta hace poco se tiraba al piso a hacer una dantesca pataleta si es que no le abríamos la puerta…pero lo que pasó ayer en la clínica excedió realmente mi paciencia y mis fuerzas…

Eduardo había quedado en darnos el alcance en la clínica, pues yo le había dicho que ir sola con los dos niños era agotador…la cita era a las 5:00 pm y se supone que Eduardo llegaría a la clínica a las 5:15 pm, pero se demoró, y cuando salimos de la consulta tuvimos que esperarlo por un largo rato, casi una hora…durante todo ese tiempo, apenas lo ponía en el piso, Cai echaba a correr hacia la entrada del edificio…el problema era que Almudena quería quedarse en los juegos de la salita de espera, entonces cada vez que Cai salía corriendo yo tenía que dejarla allí no sin antes advertirle que no se moviera de donde estaba, alcanzar a Cai y cargarlo para regresar donde Almudena…no había forma de distraer a Caetano con otra cosa…lo único que hacía era buscar la puerta una, otra y otra vez…además de tirarse al piso de vez en cuando a mirar el techo…después de un rato ya estaba yo exhausta…traté de comunicarme con Eduardo a su celular, pero nadie contestaba…empecé a notar que las personas que estaban en la salita me miraban…unas con curiosidad, otras sonriendo al ver cómo salía corriendo como loca detrás de Cai, y otras seguramente compadeciéndome al verme tan desencajada…una señora que estaba con su hijo esperando a que la atendieran sólo atino a decirme: “¡Qué movido que es su hijito!”…yo sólo atiné a contestar con una estóica sonrisa…¿qué le podía decir?...”Es que mi hijo tiene Trastorno de Espectro Autista, y uno de sus intereses obsesivos es irse a la calle; además no lo puedo controlar porque hasta ahora no logro que me obedezca”…me ahorré el rollo, que seguramente nadie en esa sala podía entender…y seguí en lo mío…correr detrás de Caetano…

En una de esas idas y venidas, Almudena, que estaba jugando en el tobogán se cayó de las escaleras, y se golpeó el brazo…entonces la cosa se complicó, porque no sólo era Caetano que estaba hecho un loco, sino Almudena quejándose una y otra vez de que le dolía el brazo con cara de tristeza infinita…en una de esas correteaderas detrás de Caetano, cuando logré atajar a Cai a pocos centímetros de la puerta de entrada, y mientras trataba de levantarlo, pues Cai se había tirado al suelo y no se quería mover, llegó Eduardo y entró a la Clínica…cuando entró casi se me salen las lágrimas…lo único que le pude decir fue “Recoge a Almu de la sala de espera…llévate a Cai…necesito estar sola un momento”…allí estaba yo parada frente a la máquina de café, temblando y casi al borde de soltar el llanto …y seguramente haciendo un rotundo papelón…es que Cai realmente me había puesto los nervios de punta…

No se pueden imaginar lo difícil que es controlar a Caetano cuando se pone hiperactivo…es agotador…cuando llegamos por fin a casa, traté de aislarme un momento para tranquilizarme, pues el episodio de la clínica me había dejado exhausta y muy nerviosa…me puse a pensar en lo sucedido y tuve que reconocer que Cai me había dado mi primera gran lección…la próxima vez que no pueda controlar a Caetano, en vez de tratar de que se quede quieto en un sitio, lo que tengo que hacer es sacarlo a pasear a la calle, sobretodo en una situación como la de ayer…cierto que hacía frío en la calle, pues eran casi las 6 pm…pero hubiera podido entrar al Wong que hay por allí y hacerlo pasear un rato…y que después Eduardo me ubicara como pudiera…en fin…de lo que se trata es de encontrar una solución práctica que evite que Caetano se altere de esa manera y así evitar este tipo de situaciones que resultan física y emocionalmente agotadoras para mí que soy su madre…y es que a pesar del buen carácter de Cai, controlarlo a veces puede ser una tarea realmente dura…

sábado, 19 de junio de 2010

DE NOCTAMBULOS E INSOMNES


Tengo que admitirlo…soy una noctámbula e insomne empedernida…hace unos días escuché en la TV que alguien decía: “aproveche la mañana, pues es el mejor momento del día”…no pude evitar una socarrona sonrisa…ahí estaba yo, a las 6 y media de la madrugada, medio dormida, dándole el biberón y cambiando los pañales a mi bebé de 5 meses…y maldiciendo esa costumbre que tiene de levantarse cuando los gallos cantan…y es que no hay nada más horroroso que levantarse temprano, escuchar a los pajaritos, oir ese odioso “kikiriki” que te anuncia que estás jodida, que el día empieza…Entonces te das cuenta que la cagaste quedándote despierta hasta las 3 de la mañana…y te acuerdas de los consejos de tu madre…”Acuéstate temprano, hijita…”

Pero seguir tan sabio y maternal consejo es casi imposible para mí…y es que desde que tengo memoria, siempre me ha gustado la noche más que el día…la noche y sus secretos…

Ya de muy chiquita, esperaba ansiosa los sábados en la noche cuando mis papás salían…mientras mi mellizo dormía profundamente, yo ya estaba frente al televisor, esperando las películas de terror que daban a la medianoche…

Mi mamá siempre fue estricta con la hora de irse a dormir…recuerdo que ya en el colegio nos metíamos a dormir a eso de las 10 u 11…pero mi alma lechucera siempre encontraba maneras de evadir tremendo castigo…a veces me ponía a leer con una linterna bajo las mantas…otras veces, escuchaba desde el cuarto de mis papás esa película que no me habían dejado terminar de ver, y me imaginaba las escenas…

Y cómo olvidar las noches en vela de la Universidad…toda la madrugada frente a la máquina Remington de mi abuelo, escribiendo alguna monografía que como siempre había dejado para el último momento…o estudiando para algún examen...con la fiel compañera de todo insomne que se respete…la tacita de Nescafé…

Muchas veces he deseado, y no creo ser la única, que la noche dure más…que no se acabe tan rápido…y es que para mí el mejor momento del día es cuando las luces se apagan, y mis bebés están dormidos…en ese momento me reconcilio conmigo misma y con el mundo…ese es MI MOMENTO…mi tiempo de pensar en mi misma…No hay nada más mágico que el silencio de la noche…poder sentir todos los ruidos que hay alrededor…la respiración de tus hijos, el tic-tac del reloj…Entonces me siento llena de energía, las ideas fluyen, quiero hacer cosas…un jodido frenesí que me puede llevar a hacer lo que nadie en su sano juicio haría a altas horas de la madrugada…Recuerdo en mi último embarazo haber pasado muchas madrugadas reorganizando un librero, poniendo al día mi agenda…hasta cocinando frijoles…una vez mi mamá casi me mata por ponerme a hacer ejercicios en el piso de arriba (mientras ella dormía en el piso de abajo)…

Sí pues…creo firmemente que los noctámbulos somos almas incomprendidas…seres gatunos que hemos cambiado el reloj biológico...y es que… cómo explicar a alguien que se acuesta temprano lo bonito que puede ser ver un amanecer, o caminar sin rumbo fijo por las calles de Miraflores a las 2 de la mañana bajo la lluvia de invierno…

Muchas veces ya de mañana y con toda la mala noche encima, reniego de mi misma y de mi naturaleza…me digo una y mil veces que voy a cambiar…que voy a dormir más…pero a quién engaño…no puedo…y mientras termino de escribir estas líneas, siendo ya la medianoche…sólo me queda agregar: “Bienvenida seas NOCHE…”


(Escrito el 9 de octubre, 2008)