sábado, 19 de junio de 2010

DE NOCTAMBULOS E INSOMNES


Tengo que admitirlo…soy una noctámbula e insomne empedernida…hace unos días escuché en la TV que alguien decía: “aproveche la mañana, pues es el mejor momento del día”…no pude evitar una socarrona sonrisa…ahí estaba yo, a las 6 y media de la madrugada, medio dormida, dándole el biberón y cambiando los pañales a mi bebé de 5 meses…y maldiciendo esa costumbre que tiene de levantarse cuando los gallos cantan…y es que no hay nada más horroroso que levantarse temprano, escuchar a los pajaritos, oir ese odioso “kikiriki” que te anuncia que estás jodida, que el día empieza…Entonces te das cuenta que la cagaste quedándote despierta hasta las 3 de la mañana…y te acuerdas de los consejos de tu madre…”Acuéstate temprano, hijita…”

Pero seguir tan sabio y maternal consejo es casi imposible para mí…y es que desde que tengo memoria, siempre me ha gustado la noche más que el día…la noche y sus secretos…

Ya de muy chiquita, esperaba ansiosa los sábados en la noche cuando mis papás salían…mientras mi mellizo dormía profundamente, yo ya estaba frente al televisor, esperando las películas de terror que daban a la medianoche…

Mi mamá siempre fue estricta con la hora de irse a dormir…recuerdo que ya en el colegio nos metíamos a dormir a eso de las 10 u 11…pero mi alma lechucera siempre encontraba maneras de evadir tremendo castigo…a veces me ponía a leer con una linterna bajo las mantas…otras veces, escuchaba desde el cuarto de mis papás esa película que no me habían dejado terminar de ver, y me imaginaba las escenas…

Y cómo olvidar las noches en vela de la Universidad…toda la madrugada frente a la máquina Remington de mi abuelo, escribiendo alguna monografía que como siempre había dejado para el último momento…o estudiando para algún examen...con la fiel compañera de todo insomne que se respete…la tacita de Nescafé…

Muchas veces he deseado, y no creo ser la única, que la noche dure más…que no se acabe tan rápido…y es que para mí el mejor momento del día es cuando las luces se apagan, y mis bebés están dormidos…en ese momento me reconcilio conmigo misma y con el mundo…ese es MI MOMENTO…mi tiempo de pensar en mi misma…No hay nada más mágico que el silencio de la noche…poder sentir todos los ruidos que hay alrededor…la respiración de tus hijos, el tic-tac del reloj…Entonces me siento llena de energía, las ideas fluyen, quiero hacer cosas…un jodido frenesí que me puede llevar a hacer lo que nadie en su sano juicio haría a altas horas de la madrugada…Recuerdo en mi último embarazo haber pasado muchas madrugadas reorganizando un librero, poniendo al día mi agenda…hasta cocinando frijoles…una vez mi mamá casi me mata por ponerme a hacer ejercicios en el piso de arriba (mientras ella dormía en el piso de abajo)…

Sí pues…creo firmemente que los noctámbulos somos almas incomprendidas…seres gatunos que hemos cambiado el reloj biológico...y es que… cómo explicar a alguien que se acuesta temprano lo bonito que puede ser ver un amanecer, o caminar sin rumbo fijo por las calles de Miraflores a las 2 de la mañana bajo la lluvia de invierno…

Muchas veces ya de mañana y con toda la mala noche encima, reniego de mi misma y de mi naturaleza…me digo una y mil veces que voy a cambiar…que voy a dormir más…pero a quién engaño…no puedo…y mientras termino de escribir estas líneas, siendo ya la medianoche…sólo me queda agregar: “Bienvenida seas NOCHE…”


(Escrito el 9 de octubre, 2008)

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